Son numerosas las ONG que ofrecen distintas opciones de voluntariado internacional, el análisis de estas cifras refleja un panorama en el que en España tendrían un papel relevante los jóvenes.
Ariana Hernández Izal, San Adrián - 15 Febrero 2019 - 10:23- El blog de periodismo
Clase de yoga en la India dirigida por la voluntaria Ainhoa Aisha.
El número de personas afectadas en diferentes países es mayor que nunca, cientos de millones de ciudadanos de todo el mundo viven cada día con miedo y sufrimiento. En la última década, más de 1.500 millones de personas se han visto afectadas por desastres naturales, y más de 65 millones han sido desplazadas por la fuerza. Una de cada nueve se acuesta cada noche con el estómago vacío y una de cada tres sufre algún tipo de desnutrición. Por ello, surge el voluntariado cuyo objetivo prioritario es salvar vidas y recuperar la dignidad humana. En tiempos de crisis no dudan en arriesgar sus propias vidas por los demás.
El interés en sumarse al trabajo de organizaciones es especialmente acogedor en los jóvenes entre 14 y 34 años, habría un 38,1% colaborando con una ONG: un 32,6 % con su aportación económica y un 9,3% con su trabajo voluntario. Pese a que el tiempo dedicado a esta actividad es muy heterogéneo, un informe señala que el 55% emplea más de cinco horas a la semana en este tipo de tareas.
Aunque la mayoría de las 1.000 personas entrevistadas para el estudio “Nuevo retrato del voluntariado en España” creen que es fácil hacer esta actividad, el 26% considera que no por diferentes causas, entre ellas destaca las poca cercanía y las escasas facilidades expuestas. Para Mar Amate, directora de la Plataforma de Voluntariado de España la sociedad, las empresas y las universidades deberían fomentar la cultura del voluntariado que “es un derecho de participación, hay que ponerlo muy fácil y cercano para que las personas puedan participar".
Y como dice Ainhoa Aisha, una joven de 37 años que se ofreció como voluntaria en Nepal, Nicaragua e India “ser voluntario es una actividad dura, te saca de tu rutina, de tu burbuja, y te coloca en otra muy distinta. Tomar esta decisión conlleva un tiempo, ya que supone un gran cambio”. Esta voluntaria afirma que comenzó la aventura en 2006, con Nicaragua como primer destino, acompañada de un grupo de maestros y cooperantes organizado por el Hermanamiento de Zaragoza-León cuyo objetivo era ayudar y visitar proyectos diferentes. “Los primeros días todo me parecía extraño, el índice de pobreza era muy alto en comparación con mi país, pero a pesar de todas las incomodidades y dificultades la gente era muy amable y yo era feliz allí con lo básico, por eso regresé, pero esta vez, a hacer un proyecto de teatro y danza. Los jóvenes que acudían traían muchas ganas de cambiar las cosas, de crear, innovar y crecer”, dice Ainhoa con gran entusiasmo.
Además la joven afirma que continuó con la actividad en 2011 “viajé durante dos meses sola por el Sur de la India, todos los habitantes eran encantadores, gracias a eso me sentí siempre muy segura. En las ciudades la pobreza era más compleja, había muchos niños desnutridos buscando ayuda, gran cantidad de basura extendida por las calles y ríos, todo era desastroso. No dudé en ayudar siempre que pude”. Su último destino fue Nepal, viajó acompañada de su pareja, donde participó como profesora en un colegio, realizó varios cursos de yoga, de pintura y lectura.
“A mi personalmente me ha dado la oportunidad de marcar una diferencia duradera en mi propia vida, además de ayudar a la sociedad a visibilizar los temas y los derechos de las personas con discapacidad física o intelectual en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural. Después de participar en tres proyectos, me di cuenta que esta labor era importante en mi vida y que además de gustarme no me suponían un sacrificio. Espero que mis hijas algún día decidan participar, y animo a cualquier persona a que lo haga” concluye la voluntaria.
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